jueves, 28 de enero de 2016

Setenta y siete entre valientes y cobardes

El barco de Uli Ross había atracado en alguna zona costera de Tanzania.

Tras varias semanas navegando por el Océano Índico, el capitán Ross decidió dar descanso a su tripulación. En aquel momento, muchos que le respetaban decidieron adentrarse en los manglares africanos, ignorando cualquier peligro inesperado, pero dando la espalda a pasar más días en alta mar sin saber qué les depararía el futuro más próximo respecto a las batallas pendientes. Tenían armamento suficiente, sí, y ciento cuatro cañones en el navío para poder lanzar metralla desde casi cualquier zona de aquel enorme barco. Pero el navío de Uli Ross estaba perseguido por seis capitanes pertenecientes a otros barcos, a otras agrupaciones de piratas, cuyos gerifaltes ansiaban precisamente el Thunder Ship.

Se decía que el Thunder Ship dominaba las aguas y retenía un poder inmenso frente al temido leviatán. Leyenda o no, el capitán Ross decidió seguir con cuarenta tripulantes más, pues los otros treinta y seis habían decidido huir y perderse entre selvas tropicales, con la esperanza de iniciar otra
vida.



Las aguas del Índico eran para tripulantes con las ideas muy claras, y en ellas estaba el hecho  de vivit día tras día saboreando una victoria o una caída a manos de un enemigo monstruoso proveniente de las profundidades marinas o de un contrincante que codiciaba desde siempre pisar y dormir sobre las tablas del envidiado navío.

Era tiempo de dejar la Costa del Escorpión Rojo y las alianzas no estaban de momento en la mente de Uli Ross, por lo que contaba cuarenta hombres y el atronador barco que debía pasar de ser poderoso a ser invencible.



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