Olor a tierra húmeda, olor a inminente tormenta de verano, olor a final de verano en La Urba, allí donde comenzaron las imperecederas travesuras del "niño cabrón".
Veintinueve años después, los niños más revoltosos son adultos que guardan las formas cuando bajan a la piscina, pero el barrunto de que el peor de aquellos niños aparezca, genera cierta expectación. Evidentemente, el niño cabrón ya no es un niño, pero sus diabluras marcaron a muchos veraneantes a finales de los años ochenta.
Lo que es considerado como "el ya entrado otoño", en La Urba es "el final del verano". Comenzó a llover, pronto relámpagos y truenos se añadieron a la ceremonia y, al final del camino de piedras, justo a la altura del último bloque de la urbanización, sin inmutarse, allí estaba él. Había venido y traía consigo una maleta.
Aquellos balcones con barandas de madera habían sido los palcos de honor para todos aquellos que habían presenciado las maléficas hazañas del niño, y ahora el niño era un hombre y en el parche de su maleta ponía "Trick or Treat". El hombre cabrón no había venido a por caramelos, y nunca le había gustado el apodo con el que le bautizó La Urba en su infancia.
Un relato corto pero con todo lo que ha de tener... expectación. Me ha encantado leerte.
ResponderEliminarMil besitos y feliz noviembre.
Muchas gracias, un placer contestar a un comentario que da sentido a los textos breves.
EliminarFeliz otoño, sweet november !!!
Jorge
Algunos solo crecen por fuera. Un relato con los componentes necesarios en para interesar al lector. Un abrazo
ResponderEliminarEfectivamente, Ester, y otros sólo por dentro, conservando esas caras de niños.
EliminarMuchas gracias, te mando otro abrazo.
Jorge
Muy buen relato. Suspense in crescendo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos.
Lo pretendido fue conseguido, me alegra saberlo. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo,
Jorge
Los niños crecen...
ResponderEliminarY sus recuerdos con ellos.
Excelente relato.
Cariños.
Los niños nos recuerdan que siempre tendremos parte de niños, y los adultos les recordamos a los niños que son tan ingeniosos como nosotros.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo,
Jorge
A veces solo nos fijamos en el exterior de la persona, sin profundizar, sin darnos cuenta cuanto nos perdemos, además de llevarnos una mala y equivocada impresión.
ResponderEliminarDeberíamos dejar de llevarnos por ese niño que llevamos todos dentro, curioso y preguntón.
Un placer Jorge.
Feliz sábado.
Un placer, Carmen, y bienvenida ahora y siempre a mi espacio.
EliminarEfectivamente, cada día tendríamos que dejarnos guiar por el niño que fuimos.
Un abrazote y feliz fin de semana,
Jorge
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